Lenguaje de odio y discurso discriminatorio sobre las personas privadas de su libertad

Resumo

Este artículo explora los modos de nombrar a las personas privadas de su libertad que emplea el Estado a través del discurso jurídico y normativo. El acto de ser nombrado ofrece la posibilidad de existencia social. El lenguaje posee una agencia, un poder de herir, produce efectos. Por lo tanto, ser llamado por un nombre hiriente degrada, menosprecia. El discurso discriminatorio, por su parte, se caracteriza por la construcción de un núcleo cognitivo adecuado para justificar el rechazo, la negación del "otro". Se plantea una distinción entre “nosotros” los honrados y “ellos” los infractores de la ley.

Se advierte en leyes, decretos y códigos que el Estado a través del discurso jurídico y normativo enuncia un lenguaje del odio y un discurso discriminatorio que confisca a la exclusión a los sujetos privados de su libertad, mediante formas ofensivas y descalificantes de ser nombrados.  Provoca un daño lingüístico, al interpelarlos desde una posición de subordinación que es reproducida en las instituciones como la cárcel o en las dependencias judiciales.